Todos sabemos que coger peso, la mayoría de las veces, es debido a causa de consumir más calorías de las que gastamos al final del día. Pero esto no responde a la pregunta más interesante: ¿por qué comemos en exceso?
¿Por qué a veces nos sentimos obligados a comer ese pedazo de pastel o barra de chocolate aunque sabemos que nos arrepentiremos unos minutos después? ¿Es solo gula, o hay algo más?
La culpa muchas veces la tiene el estrés
Aunque el autocontrol es importante, existe cada vez más evidencia que el estrés juega un papel clave en el aumento de peso.
El estrés crónico interrumpe nuestro sueño y desequilibra los niveles de azúcar en la sangre. Esto conduce a un aumento del hambre y a que comer se transforme en un escape emocional. Todo ello es debido a una de nuestras hormona llamada cortisol. El cortisol eleva los niveles de glucosa en sangre con el objetivo de incrementar la energía y recursos del organismo. Este azúcar, si no es utilizado, permanece en la sangre, no llega a quemarse y es acumulado en forma de grasa. Por eso, el estrés engorda incluso sin comer.
Además, las células demandan de forma aumentada energía, lo que incrementa el apetito. Si la hormona del estrés se mantiene elevada de forma permanente, hipercortisolismo, como en el caso del estrés crónico, aumenta la resistencia a la insulina, la hormona encargada de fomentar la absorción de la glucosa por parte de las células. Asimismo, se produce un incremento de la grasa abdominal y de la retención de líquidos como consecuencia de altos niveles de cortisol en sangre. Es por eso que se dice que el estrés engorda la barriga
¿Realmente qué nos sucede?
Cuando estamos estresados, el cuerpo entra en el modo «lucha o huida». El cuerpo cree que está bajo ataque y libera glucosa en tu sangre para proporcionar energía a los músculos. Así pues, el cuerpo libera otras hormonas en este momento como son la adrenalina, la noradrenalina y la cortisona que están implicadas en el incremento del tejido adiposo o grasa.
El problema es que si no necesitamos esa energía para escapar del “supuesto” peligro, el páncreas bombeará insulina para reducir nuevamente los niveles de azúcar en la sangre.
Estos niveles crecientes de insulina y la disminución de los niveles de azúcar en la sangre nos harán sentir hambre, razón por la cual anhelaremos carbohidratos azucarados cuando estemos estresado y nos hará buscar comida chatarra. Lo mismo sucede cuando dormimos mal una noche.
¿Cómo podemos evitar que nuestra hormona de cortisol esté por las nubes?
» Practicar deporte o técnicas de meditación a diario.
» Mimarnos con automasajes o técnicas como el tapping.
» Reducir los alimentos procesados y salsas.
» Aplicar la alimentación y respiración consciente.
» Incrementar el consumo de alimentos ricos en vitamina C (naranjas, kiwis, grosellas negras, espinacas, frambuesas, espárragos, guisantes, tomates, mandarinas…).
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