A menudo, las personas que comen en exceso o tienden a llevar una dieta rica en carbohidratos rápidos, azúcares y grasas saturadas han establecido una relación engañosa con los alimentos. Éstos les ofrecen un placer instantáneo vinculado con sus hormonas y a su vez, emociones escondidas que acaban convirtiéndose en una relación de amor-odio.
Tipos de apetito
Los humanos experimentamos 7 tipos de apetito pero solamente 2 de ellos se consideran hambres reales. El hambre estomacal y el celular, los cuales, si no escuchamos y nutrimos, nos encontramos decaídos, apáticos y con poca energía para funcionar.
Por otro lado, es decir, los otros 5, son hambres emocionales. El hambre visual es el primero de ellos. Es estimulado por aquello que uno ve con sus ojos (carteles, televisión, revistas, publicidad…), después se conoce el hambre olfativa. Podemos identificarla porque se activa en el momento que pasamos por delante de una buena tetería y olemos ese rico aroma a café recién molido o un bizcochito horneándose. En ese instante, la mente nos da la señal que tenemos hambre y debemos entrar pero, mucho a nuestro pesar, no es un hambre real. Seguidamente, identificamos el mental, el cual se disputa entre el corazón y la razón.
Es ese segundo en el que tenemos un deseo por comer algo y a su vez, sabemos que no lo debemos comer. En cuarto lugar encontramos el hambre social, ese mágico momento en el que estamos rodeados de familia y amigos y comemos más de la cuenta porqué estamos de celebración. Por último, identificamos el más conocido y quizás, el que más debemos lidiar a diario: “el hambre de corazón”.
«Un apetito de corazón» o «Corazón vacío»
Cuando hablo de este tipo de hambre siempre me refiero al «Monstruo de la Gula» que es un pequeño ser interno, que vive siempre con nosotros y que redirige nuestros pensamientos a su libre albedrio en función de cómo están nuestras emociones. Así pues, es habitual encontrase delante de la nevera más de lo que debería ser como un acto involuntario. El objetivo del monstruo NO es hacernos comer más de lo habitual sino recordarnos que hay una emoción, generalmente «Un apetito de corazón» o «Corazón vacío» que debe ser llenada o trabajada.
El primer paso que da nuestra mente es comer para dejar de sentir ese vacío, cuanto más comemos más llenos nos sentimos y por tanto, el vacío está aparentemente completo pero ésta no es la solución. El monstruo de Gula realmente es un pequeño piloto automático que se activa para darnos un mensaje que nos dice que algo dentro de nosotros no está bien. Entonces, ¿Qué se debe hacer? ¡ESCUCHARLO!
Es importante cuando sentimos la necesidad de comer estando saciados que nos detengamos de inmediato. Seguidamente, preguntemos a ese pequeño yo interno, qué nos pasa, qué nos asusta, qué nos preocupa y por tanto, qué podemos hacer para solucionarlo de manera consciente. De ese modo, en lugar de comer para llenar ese vacío en un momento concreto que seguramente desaparecerá al cabo de unas horas, podremos encontrar la solución a largo plazo y de esa manera, dejaremos de comer de más.
Así pues, » Para cuidar nuestra alimentación… EL PRIMER PASO ES CUIDAR NUESTRAS EMOCIONES».
¿Las emociones engordan? (Ejercicio)
Montse Maruny
Montse Maruny, diplomada en magisterio, con grado superior de dietista y nutricionista, postgrado con la Uoc sobre coach nutricional y seminarios sobre nutrición ( deportiva/vegana/infantil..) con la UB, estudió INEF en Madrid toda la especialidad de la nutrición deportiva especializándose en Antropometrista Isak 1. En este mes de noviembre además finalizará el el diplomado con el Barça Innova Hub.
Además, Montse Maruny, está desde hace cinco años al frente de Soulfit7.
Soulfit7
Soulfit7 es un centro de reeducación del paladar donde «lo que hacemos es mirar a las personas como un todo. Así pues tratamos la nutrición, las emociones, la osteopatia y estética corporal», explica Montse Maruny. «También asesoramos a clubs ciclistas, clubs de futbol profesional y escuelas», precisa Montse Maruny.
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